Carta a un
devoto de Maria
San Antonio María Claret - (Sallent, Barcelona, 1807 -
Fontfroide (Francia) 1870)
Obispo de Santiago de Cuba, fundador de los
Misioneros Hijos del
Inmaculado Corazón de María. Patrón de
tejedores.
( Leer historia de
San Antonio María Claret )
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Carta a un devoto del Corazón de María, de San Antonio María
Claret
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"Yo quisiera que todos los cristianos tuvieran hambre y
sed de esta devoción. Amad, amigo mío, amad, y amad muchísimo, a
María.
Y para que suba más de punto vuestra devoción, os diré
que debemos amar a María Santísima: 1° Porque Dios lo quiere. 2° Porque ella lo
merece. 3° Porque nosotros lo necesitamos, por ser ella un poderosísimo medio
para obtener todas las gracias corporales y espirituales y, finalmente, la salud
eterna.
El eterno Padre la escogió por Hija suya muy amada; el
Hijo eterno la tomó por Madre, y el Espíritu Santo, por Esposa; toda la
Santísima Trinidad la ha coronado por Reina y Emperatriz de cielos y tierra y la
ha constituido despensera de todas las gracias.
Debemos amar a María porque su devoción es un medio
poderosísimo para alcanzar la salvación. María puede salvar a sus devotos,
porque es la puerta del cielo; María quiere, porque es la madre de misericordia;
María lo hace, porque ella es la que obtiene la gracia justificante a los
pecadores, el fervor a los justos y la perseverancia a los fervorosos; por
esto, los Santos Padres la llaman la rescatadora de los cautivos, el canal de la
gracia y la despensera de las misericordias. Por esto se ha dicho que el ser
devoto de María es una señal de predestinación, así como es una marca de
reprobación el no ser devoto o adverso de María.
La razón es muy clara. Nadie se puede salvar sin el
auxilio de la gracia que viene de Jesús, como cabeza que es de la Iglesia o
cuerpo, y María es como el cuello que junta, por decirlo así, el cuerpo con la
cabeza; y así como el influjo de la cabeza al cuerpo ha de pasar por el cuello,
así, pues, las gracias de Jesús pasan por María y se comunican al cuerpo o a los
devotos, que son sus miembros vivos: In Christo fuit plenitudo gratiae sicut in
capite fluente; in Maria sicut in collo transfundente.
En María, después de Jesús, hemos de poner toda nuestra
confianza y esperanza de nuestra eterna salvación.
¡Oh!, dichoso el que invoca a María con confianza, que
él alcanzará el perdón de sus pecados, por muchos y por graves que sean;
alcanzará la gracia y, finalmente, ¡la gloria del Cielo!"
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